Interpretando los milagros de Jesús

Los evangelios narran la ocasión en la que Jesús dio de comer a cinco mil hombres con solo cinco panes y dos peces… ¿Debemos tomar este relato como algo literal o simbólico? Hay quienes responden que esto debe interpretarse de manera simbólica; otros, de manera literal. Por supuesto cada quien responderá basado en los conceptos que tenga de la vida, de la Biblia y de Dios; incluyendo prejuicios y experiencias. El acercamiento a la verdad de cada quien dependerá de ello.


La verdad es que la Biblia tiene relatos históricos, dichos y hechos que deben tomarse literalmente; y tiene también relatos simbólicos, que así deben entenderse. Un libro como “Hechos de los Apóstoles”, por supuesto debe tomarse tal como fue presentado por su autor: hechos y eventos que ocurrieron. Por otro lado, un libro como “Apocalipsis”, que está lleno de visiones y símbolos no debe interpretarse literalmente. Los lectores de la Biblia, por miles de años, han sido muy conscientes de estas diferencias; y los buenos lectores saben también considerar otros aspectos como la época, la cultura y el trato de Dios con los hombres e Israel (como los mandamientos que fueron escritos en el Antiguo Pacto, que ya no son vigentes en el Nuevo Pacto, el cristianismo).

Esto no debe ser complicado si tomamos en cuenta el contexto y consideramos el propósito original con que el que el libro fue escrito; como El Evangelio de Juan, que al final de su obra dice: “Hizo además Jesús otras muchas señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre”. Es claro entonces, que los milagros que Juan registró en su obra, eran señales, evidencias reales, concretas, comprobables en su tiempo, que mostraban que Jesús es el Hijo de Dios; y debemos tomarlas como tales. Si se cree o no en ellas, será decisión de cada quien; pero lo que no podemos hacer es ignorar el propósito declarado por su autor, y afirmar, por ejemplo, que los milagros de Jesús eran meras parábolas, con mensajes simbólicos y “ocultos” que debemos interpretar.

Los milagros de Jesús deben leerse literalmente, porque eran señales que acompañaban su ministerio, eran demostraciones de que efectivamente el “reino de los cielo se había acercado” y que Jesús era realmente el Mesías profetizado. Jesús trajo así, un anticipo, una muestra de lo que será la vida futura cuando él establezca – literalmente – su reino eterno con aquellos que deciden seguirle. “El gran milagro” de Jesús fue su propia resurrección, es “la señal” por excelencia. No fue una resurrección espiritual, sino corporal; no es simbólica, sino real; y precisamente así lo atestiguaron sus discípulos, dando incluso sus vidas. El hecho de la resurrección de Cristo es la base del cristianismo.

Los milagros de Jesús son además ilustrativos, tienen enseñanza y revelan verdades espirituales. No es casualidad de que el primer milagro de Jesús haya sido convertir el agua en vino. Esto contrasta con el primer milagro de Moisés de convertir el agua en sangre (la primera plaga sobre Egipto). El milagro por mano de Moisés traía juicio; el de Jesús, alegría y celebración. No en vano su “evangelio” significa “buenas noticias”: Dios ofreciendo perdón gratuito para el que se arrepiente y cree en Jesús.

El milagro de la multiplicación de los panes y peces nos muestra que Jesucristo se interesa en nuestras necesidades, nos demuestra que él puede hacer muchísimo con poco, que en su reino habrá abundancia, y que él puede saciar toda hambre; pero aún más: nos hace reflexionar en la necesidad de saciar nuestro espíritu de la misma manera que buscamos saciar nuestra hambre y sed. Justamente, después de realizar este milagro Jesús dijo: “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece… Yo soy el pan de vida; el que a mí viene nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás”.

Los milagros de Jesús son evidencias que demandan una respuesta de fe. ¿Qué decide usted?



*Juan cap.2 y 6


[Publicado en Diario Voces el 19 de agosto del 2017]



Comentarios

Entradas populares de este blog

La Biblia no prohíbe la transfusión de sangre

Un puente entre Dios y los hombres

Los Gedeones