El regalo de Dios

“De tal manera amó Dios al mundo
Que ha dado a su Hijo Unigénito,
Para que todo aquel en él cree,
No se pierda, mas tenga vida eterna”.

Navidad es recordar el amor de Dios, que se hizo visible y presente en el niño del pesebre. Un niño que al crecer se daría a conocer como el Hijo del Hombre, y a la vez, Hijo de Dios. Enviado para anunciarnos las buenas noticias y la buena voluntad de Dios para con los hombres; y enseñarnos el camino correcto con su propio ejemplo, además de entregar su vida misma a cambio de la nuestra. Porque era necesario que el Hijo destruyera “por medio de la muerte, al que tenía el imperio de la muerte, esto es al diablo.”*


Pues como declara la sentencia sobre los seres humanos: “No hay justo ni aun uno. Todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”, y era necesario que Dios hiciera algo para satisfacer toda justicia, ya que el hombre por sí mismo no podría jamás hacerlo. Así que por su amor, nos regala un salvador, divino y humano. De esta manera, podemos ser “justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús.”

El perdón y la reconciliación, así como la esperanza y la nueva vida son un regalo de Dios. Como cuando nos regalan algo, simplemente lo recibimos. No hay que comprarlo. No es una deuda, es un regalo. La fe es la mano que se apropia del salvador, creyendo en su ofrecimiento. Es nuestra confianza en su promesa y vivir agradecido por ella.

Navidad es reconocer que somos pecadores y a la vez, anhelar ser mejores. Fueron nuestros errados y equivocados caminos los que nos alejaron de Dios y nos llevaron a un mundo de oscuridad, maldad, injusticia, dolor y enfermedad. “La paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús”, para los que le reciben como Señor.  Él no se ha olvidado de su creación. Ya tenía previsto un salvador.

En Navidad recordamos de manera especial el más grande regalo que Dios nos dio, y al hacerlo, somos motivados a dar de nosotros mismos a los demás. Lo más común es regalar cosas, pero hay acciones más valiosas como el dar de nuestro tiempo y prestar atención, o una sonrisa, un abrazo, o regalar sinceridad, paciencia y perdón. Pero sobre todo, si conocemos del amor de Dios, podemos compartir su regalo: Reconciliación por medio de Jesús. Realidad y esperanza para todos.

Feliz Navidad.


*Juan 3:16; Hebreos 2:14; Romanos 3:10,23,24



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