Advertencias respecto al “Padre Nuestro”

Cuando diga: “Padre nuestro que estás en los cielos”, recuerde que es su Dios, él es su Padre celestial, espiritual. Y es cierto que por ser celestial está muy por encima de nuestra naturaleza, nuestra ciencia y capacidad humana, y le debemos respeto; pero también es “nuestro” y está cercano a todos. No es terrenal, por tanto no se equivoca, nunca abandona. Podemos confiar en él.

Cuando pida: “Santificado sea tu nombre”, entienda que está pidiendo que su nombre sea santificado, respetado, honrado, reconocido y engrandecido en el mundo. Por ello, sea consecuente con su pedido y no espere que otras personas santifiquen el nombre de Dios sino propóngase hacerlo usted mismo.

Cuando pida: “Venga tu reino”, piense bien que está expresando su deseo que Jesucristo vuelva pronto. Él ha prometido regresar para traer el reino de Dios, y terminar con la maldad y la injusticia de este mundo. Por lo tanto considere que debe estar preparado para encontrarse con él y mientras tanto, su energía y tiempo debe también dedicarse para que muchos disfruten desde ya del reino de Dios en sus corazones.

Cuando pida: “hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”, recuerde que a Dios no se le puede mentir. No ofenda a Dios pidiéndole que su voluntad se haga en la tierra si usted no tiene la intención de hacerlo. Dios es amor y su voluntad la mejor. Si quiere obedecerla, Dios mismo le ayudará y le dará la determinación aún cuando le parezca imposible hacerla.

Cuando pida: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”, hágalo con confianza, porque él quiere suplir también nuestras justas necesidades. Pero no piense que el pan caerá del cielo. Hay que trabajar y esforzarse. Tenga en cuenta que él es quien da vida, hace germinar la semilla y da las fuerzas, las oportunidades y la inteligencia, así que sea agradecido hacia él y administre bien los recursos que él le da.

Cuando pida: “Perdona nuestras deudas como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”, piense primero en los que le han ofendido y han obrado mal contra usted y perdónelos… de verdad. Porque no puede pedirle a Dios perdón, si usted no está dispuesto a perdonar a su semejante.

Y cuando pida: “No nos dejes caer en tentación, más líbranos del mal”. Recuérdese a sí mismo no buscar la tentación, y evitar situaciones comprometedoras y malas amistades. Huya del mal y del Malo. Cuanto más cerca esté de Dios y de sus hermanos de fe, más difícil será caer en lo que no conviene. Y Dios lo guardará.

Porque esta oración no se titula: "Padre Mío", sino “El Padre Nuestro” porque es para declararlo en comunión con son sus demás hijos, nuestros hermanos. Con aquellos que nacieron de nuevo y forman una familia de fe, que aman al Padre y quieren ser como él. La oración es parte de una vida en comunidad, porque la fe no crece y madura de manera aislada.

Finalmente, cuando se acerque a Dios con esta oración, no lo haga con vanas repeticiones, pues Jesús enseñó* que con la mucha palabrería no se obtiene la atención de Dios. Esta es una oración, un modelo de oración, pero no es la única. Podemos expresarnos con mil palabras diferentes. Si brotan de un corazón sincero tenga por seguro que él oirá, pues como dijo el rey David*: “Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh, Dios”
* Mateo 6:1-15; Salmo 51:17



Publicado el 26 de febrero del 2011

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