Lo que ningún político puede decir

“Yo soy la única solución a los problemas del pueblo”. “Yo, sólo yo puedo darles bienestar y felicidad” “Síganme a mí, ¡decidan por mí! Yo los voy a guiar por el camino del desarrollo”, “Confíen en mí, yo nunca los defraudaré”, “Dense cuenta que sin mí nada mejor podrán lograr”, “Crean en mí y les daré verdadera vida”

¡Vaya tipo que se le ocurriera hacer semejantes declaraciones! La arrogancia de uno, sumada a la ignorancia de muchos, ha registrado en la historia humana demasiadas decepciones y desgracias como para que a estas alturas el pueblo ponga grandes esperanzas en una sola persona, confiando en él, y hasta discutiendo y peleando por él. Porque por más capaz que sea, sólo es hombre, imperfecto, falible y limitado. Ningún candidato debe darse de pretensiones mesiánicas. Ningún ciudadano debería votar por alguien que pretenda serlo.

Sólo uno se declaró como El Mesías: Jesús de Nazaret. Y como tal, es el único que “se atrevió” a declarar semejantes afirmaciones respecto a sí mismo, que ningún otro líder en su sano juicio podría decir. No sólo las dijo, sino que logró convencer a muchos que le vieron y oyeron, de tal manera que hasta hoy millones le siguen.

Por ejemplo, Jesús es el único líder que fue capaz de decir: “Yo soy el camino, la verdad y la vida…”. Palabras que para los creyentes puede resultar repetitiva, pero que fue impactante para sus primeros oyentes. ¿Se imaginan a uno de los líderes de hoy decir lo mismo? Nótese que Jesús no dijo: “Yo conozco el camino, yo la verdad, yo doy vida”. Él declaró y sostuvo que él es el camino, él es la personificación de la verdad y él es la vida misma. Y sus seguidores pudieron comprobar la veracidad de sus palabras cuando lo vieron resucitado.

Si hay un líder a quien deberíamos obedecer, un hombre a quien creer, y a quien ser totalmente leales, es a Jesús, el Hijo de Dios. Como ya se anunció por siglos: “Ninguno de los que en él confían, quedará defraudado”. Él y sólo él puede suplir las reales necesidades básicas de nuestro ser, porque él ilumina la mente, satisface el alma y da verdadera vida. Sólo él dijo: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue, no andará en tinieblas…”; “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; el que en mí cree, no tendrá sed jamás”; “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque este muerto, vivirá”

Por supuesto, en nuestra sociedad necesitamos líderes. Pero no orgullosos, sino humildes, agradecidos por las capacidades y talentos que Dios les dio, capaces de reconocer sus limitaciones y dialogar, concertar, trabajar con diversos profesionales y militantes de otros partidos, para complementarse y juntos elaborar los planes y proyectos para el bien de todos. Pero que nadie espere que algún político le dé al pueblo aquello que sólo Dios puede dar.

Lo que ningún político puede decir, Jesucristo lo puede hacer.




Publicado el 17 de julio del 2010

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