Accidentado en la carretera de la vida


En estos días de paros de transportistas, cuestionamientos al nuevo reglamento de tránsito, el incremento de las multas, malos policías, y accidentes en las carreteras (que nunca paran); recordé una canción interpretada por “El Trío Mar de Plata”; en la que comparaba su transitar por la vida con el viajar en automóvil:

Salí a la vida como si fuera un "cero",
bien equipado con cuanto opcional,
con fierro a fondo, sin ver el cuenta vuelta
y ningún diodo que indique precaución.
Lejos, las luces eran como un hechizo,
y raya doble no quise respetar.
Más importante era llegar primero
e ir más lejos que todos los demás.


Pero mordí la banquina de la vida
y di de lleno contra el “guardarail”.
y entre la sangre y los fierros retorcidos,
vi que alguien me vino a salvar.
Y que no era mía, sino de él la sangre
y el poder de hacerme caminar,
y con el rostro entre las manos,
yo le agradecí el milagro de poderlo hallar.

Volví a la ruta, motor, chapa y pintura,
y en el ablande ahora voy en paz,
porque disfruto de todo el panorama
y no me inquieta que viene más allá.
A cada rato consulto yo el tablero,
la hoja de ruta y el retrovisor.
Tengo a mi lado mi eterno compañero
y en el estéreo me envuelve su canción.

La reflexión es seria: Si no obedecemos las reglas de tránsito, nos irá mal. Pero si no obedecemos las reglas del autor de la vida, nos irá peor. Quienes pretenden viajar por la carretera de la vida llevados por sus propios deseos, sin respetar las normas divinas, obedeciendo a Dios sólo en lo que les conviene, sin detenerse cuando algo está prohibido, sin saber esperar, sin ceder; acelerados sólo por el impulso de “llegar primero e ir más lejos”; terminarán estrellados de lleno con la realidad, atrapados en sus propios dolores, errores y pecados; sin poder escapar. Y afectando a los seres queridos que los rodean.

Pero hay esperanza: Jesús salva. Y en su labor de rescate, ha derramado su propia sangre para perdonar, sanar y dar nueva vida. Quien reconoce su condición y necesidad, no demorará en hallarlo.

Y de ahí en adelante a andar con cuidado... Aprendiendo del pasado, como mirando el espejo retrovisor. Atentos al tablero, el velocímetro y los diodos luminosos para no cometer el mismo error. Obedeciendo las indicaciones y enseñanzas de Jesús y sus apóstoles registradas en “la hoja de ruta”, que es la Biblia. Disfrutando de la vida, con gratitud y paz interior.



Publicado el 9 de setiembre del 2009

Comentarios

Entradas populares de este blog

La Biblia no prohíbe la transfusión de sangre

Un puente entre Dios y los hombres

Los Gedeones