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Mostrando entradas de junio, 2009

La reconciliación de Mateo y Simón

Mateo despreciaba a Simón. Simón odiaba a Mateo. Cada uno de ellos pertenecía a grupos totalmente opuestos. Al grupo de Mateo se les acusaba de ser “imperialistas”, traidores “vende patria”, avaros y ladrones. El grupo de Simón era conocido por ser los intransigentes, los revolucionarios, usaban las armas y por la fuerza esperaban lograr la liberación de sus tierras. No son personajes actuales. Vivieron en el siglo I, pero representan muy bien a los conflictos en que viven los seres humanos. Mateo pertenecía al grupo de los publicanos: era un judío adinerado que recaudaba impuestos de sus paisanos para darlo al imperio romano quien los dominaba. Y Simón era celote, cananista, un judío revolucionario que odiaba a Roma y a sus colaboradores. Cualquiera diría que la situación entre ellos era irreconciliable. Sin embargo terminaron siendo amigos, luchando por una nueva causa, desde que fueron llamados por Jesús para ser sus discípulos.

Discriminación religiosa en los colegios

El artículo 2 de la Constitución de 1993 dice: “Toda persona tienen derecho… A la igualdad ante la ley. Nadie debe ser discriminado por motivo de origen, raza, sexo, idioma, religión, opinión, condición económica o de cualquiera otra índole”. Aunque en muchos aspectos hemos avanzado al respecto, en otros todavía nos falta mucho por hacer. Una muestra de ello, es el tema de la religión en la educación escolar en nuestro país de mayoría católica. Es comprensible que la mayoría de peruanos esperen que todos pensemos como ellos. Pero entre los que profesamos ser cristianos, no todos compartimos las mismas prácticas. Incluso algunos parecen olvidar que no todos los peruanos son cristianos, por lo que se hace imprescindible aprender a entender y respetar las diferencias, para que nuestra constitución no sea sólo un conjunto de letras muertas, sino por el contrario, sirva para regular nuestra vida en comunidad.

Profetas del Medio Ambiente

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“La temperatura del planeta se incrementará. Los polos y nevados se derretirán, el nivel del mar subirá, islas desaparecerán y ciudades enteras serán inundadas”; “los climas se tornarán extremos”; “Habrá sequías, inundaciones, escasez de alimentos y enfermedades”. “La especie humana está en peligro”. “No tenemos más tiempo, tenemos que hacer algo para salvarnos y ¡Ya!”. Cada vez que oigo a los hombres de ciencia dar advertencias como las mencionadas, me pareciera estar oyendo a los profetas de los escritos bíblicos; pues su mensaje, su pasión por lo que creen, su esfuerzo por convencer a personas y gobiernos, su llamado al cambio y su frustración a la escasa respuesta, los hacen muy parecidos.